jueves, 7 de mayo de 2015

Polémica respecto al bautismo



Colorado Springs (E.U.A.),  se convirtió en uno de los principales centros de evangelización de la cristiandad, fue hace una décadas el escenario de una polémica sobre determinados métodos de conversión infantil. El diario The Denver Post informaba que la Iglesia Bautista de Cornerstone utilizaba un flota de dieciséis autobuses para recorrer la zona buscando niños, a los que atraían con promesas de darles dulces y gaseosas y llevarlos a un parque de atracciones. Muchos padres dejaron a sus hijos ir al parque, pero se disgustaron cuando estos les contaron al regresar a casa que los habían bautizado. Por lo común, estos “evangelistas” obtienen una autorización escrita de los padres antes de bautizar a los niños, pero a veces pasaron por alto esa norma. Según el Post, el ministro de la iglesia dijo de tal autorización escrita: “Nos hace perder mucho tiempo”.

Predicaban por paga


Sacerdotes de la Iglesia Luterana de Suecia se quejaron de su paga porque, según informes, su salario era “bajo en comparación con el de otras profesiones que requieren menos estudio o adiestramiento”. Sin embargo, según el servicio de noticias del Concilio Mundial de Iglesias, se esperan mejoras. Después de “una campaña larga y, en parte, amarga”, los sacerdotes obtuvieron una semana de 40 horas de trabajo. Pero ¿qué sucede si los suecos necesitan ayuda sacerdotal después de las horas laborales? El acuerdo laboral también garantizaba pago de horas extraordinarias por cada hora adicional de atención pastoral. Se esperaba que este salario por tiempo extraordinario aumenteara en de 10 a 12% el ingreso anual de los sacerdotes.
En contraste con esta preocupación de los sacerdotes suecos por mejor salario por sus servicios, cuando Jesús envió a sus discípulos a predicar les dijo: “Recibieron gratis; den gratis. No consigan oro, ni plata, ni cobre para las bolsas de sus cintos”. (Mateo 10:8, 9.) ¿Qué quiso decir Jesús? Las buenas nuevas del Reino no habían de ser comercializadas, ni habían de usarse para provecho personal egoísta. Los discípulos se adhirieron a la guía de Jesús y cumplieron su ministerio. ¿Por qué? Porque Dios los sostuvo en el ministerio.


¿Promoción de pornografía por las iglesias?


 La Junta Metodista de Discipulado emitió una resolución en la que se declaraba que 10 películas destinadas a dar consejo sobre asuntos sexuales podían continuar usándose para auditorios limitados. Pero un miembro disidente de la Junta hizo el siguiente comentario: “Ni las películas, ni los foros [para dar consejo sobre el sexo], tenían base bíblica. Las películas muestran a hombres y mujeres en el acto de masturbarse, y también muestran la homosexualidad masculina y femenina. Cada una de estas películas era completamente explícita... iba desde el punto de desvestirse hasta el del orgasmo.” Ted McIlvenna, ministro metodista de San Francisco que hizo la mayoría de las películas, las defendió, haciendo notar que “las filmaron y produjeron ministros metodistas.” Se dice que durante siete años aproximadamente 73.000 personas habían visto estas películas explícitas.


¿Por qué callaron las iglesias?


EL 8 de diciembre de 1993, el profesor Franklin Littell, de la Universidad de Baylor, habló en el Museo del Holocausto de Estados Unidos sobre una “verdad concreta” que turba el ánimo. ¿Cuál era?
Dicha verdad, dijo Littell, es que “seis millones de judíos fueron perseguidos y asesinados sistemáticamente en pleno corazón de la cristiandad por católicos, protestantes y ortodoxos bautizados, que nunca fueron amonestados ni mucho menos excomulgados”. Sin embargo, hubo una voz que no cesó de denunciar el entrometimiento del clero en el gobierno de Hitler. Esa voz, como hemos visto, fue la de los testigos de Jehová.
Hitler y otros tantos cabecillas de su régimen eran miembros bautizados de la Iglesia Católica. ¿Por qué no se les excomulgó? ¿Por qué se abstuvo la Iglesia Católica de condenar los horrores perpetrados por estos hombres? ¿Por qué callaron también las iglesias protestantes?
¿Guardaron realmente silencio las iglesias? ¿Hay pruebas de su cooperación con el esfuerzo bélico de Hitler?
El papel de la Iglesia Católica
El historiador católico E. I. Watkin escribió: “Aunque sea doloroso admitirlo, no podemos negar ni pasar por alto, en pro de un supuesto bien espiritual o de una falsa lealtad, el hecho histórico de que los obispos han apoyado siempre todas las guerras libradas por los gobiernos de sus respectivos países. [...] En lo que respecta al nacionalismo beligerante, han actuado como los portavoces del César”.
Cuando Watkin mencionó que los obispos de la Iglesia Católica ‘habían apoyado siempre todas las guerras libradas por los gobiernos de sus países’, incluyó las guerras de agresión de Hitler. Como admitió Friedrich Heer, profesor católico de Historia de la Universidad de Viena (Austria): “En la cruda realidad de la historia alemana, la cruz y la esvástica se fueron acercando cada vez más, hasta que la esvástica proclamó el mensaje de la victoria desde las torres de las catedrales alemanas, las banderas con la esvástica aparecieron en los altares, y los teólogos, pastores, clérigos y políticos católicos y protestantes aclamaron la alianza con Hitler”.
Tal fue el apoyo incondicional prestado por los jerarcas de la Iglesia a las guerras hitlerianas, que el profesor católico Gordon Zahn comentó: “Cualquier católico alemán que acudía a sus superiores religiosos en busca de guía espiritual y dirección respecto a prestar servicio en las guerras de Hitler, recibía prácticamente las mismas respuestas que hubiera recibido del propio dirigente nazi”.
El hecho de que los católicos siguieron obedientemente la dirección de sus líderes eclesiásticos fue documentado por el profesor Heer, quien dijo: “De los cerca de treinta y dos millones de católicos alemanes —quince millones y medio de los cuales eran varones— solo siete [individuos] rehusaron abiertamente prestar servicio militar; seis de estos eran austriacos”. Pruebas más recientes indican que unos cuantos católicos más, y también algunos protestantes, opusieron resistencia al Estado nazi a causa de sus convicciones religiosas. Algunos incluso pagaron con su vida, en tanto que sus jefes espirituales se vendieron al Tercer Reich.
Quién más calló, y quién no
Como se ve, el profesor Heer incluyó a los líderes protestantes entre los que “aclamaron la alianza con Hitler”. ¿Es cierta su afirmación?
Muchos protestantes se han recriminado amargamente el silencio que guardaron durante las guerras de agresión de Hitler. Por ejemplo, en octubre de 1945 tuvo lugar una reunión de once destacados clérigos para redactar la llamada Confesión de Culpa de Stuttgart, en la que manifestaron: “Nos acusamos de no haber sido más valientes al declarar nuestras convicciones, más leales al decir nuestras oraciones, más gozosos al expresar nuestra fe y más ardientes al demostrar nuestro amor”.
La historia del cristianismo, de Paul Johnson, refiere: “De un total de 17.000 pastores evangélicos, nunca hubo más de cincuenta que cumpliesen penas prolongadas [por no apoyar al régimen nazi]”. Contrastando a aquellos pastores con los testigos de Jehová, Johnson escribió: “Los más valerosos fueron los Testigos de Jehová, que afirmaron su oposición doctrinaria directa desde el principio y sufrieron las consecuencias. Se negaron a cooperar con el Estado nazi”.
En 1939, año en que estalló la II Guerra Mundial, Consolation citó las siguientes palabras del ministro protestante T. Bruppacher: “Aunque los hombres que se dicen cristianos han fallado en las pruebas decisivas, estos desconocidos testigos de Jehová, como mártires cristianos, mantienen una resistencia inquebrantable frente a la coacción de su conciencia y la idolatría pagana. Algún día, el historiador futuro deberá reconocer que no fueron las grandes iglesias, sino estas personas calumniadas y escarnecidas, las primeras en hacer frente a la ira del demonio nazi [...]. Se niegan a adorar a Hitler y la esvástica”.
En parecidos términos se expresó más tarde Martin Niemoeller, pastor protestante que estuvo en un campo de concentración: ‘Puede decirse sinceramente que en todas las épocas las iglesias cristianas siempre han consentido en bendecir las guerras, las tropas y las armas, y han orado de una forma muy poco cristiana por la aniquilación de sus enemigos’. Y admitió: “Todo esto es culpa nuestra y de nuestros padres; obviamente no es culpa de Dios”.
A lo anterior agregó: “Y pensar que los cristianos de hoy nos avergonzamos de la llamada secta de los estudiantes serios de la Biblia [testigos de Jehová], centenares, e incluso millares, de los cuales han sido enviados a los campos de concentración y han muerto por negarse a prestar servicio en la guerra y a disparar a seres humanos”.
Susannah Heschel, profesora de Estudios Judaicos, descubrió varios documentos que demuestran que el clero luterano deseaba, sí, ansiaba, apoyar a Hitler. Según ella, los líderes clericales rogaron que se les concediera el privilegio de desplegar la esvástica en sus iglesias. La abrumadora mayoría de los eclesiásticos no fueron colaboradores obligados, como lo revelan las pruebas, sino apoyadores fervorosos de Hitler y sus ideales arios.
Durante las conferencias de la profesora Heschel, los concurrentes suelen preguntarle: “¿Qué más pudimos haber hecho?”.
“Pudieron haber imitado a los testigos de Jehová”, replica ella.
Por qué callaron
La razón por la que las iglesias callaron es evidente. Se debió a que la clerecía y sus rebaños habían abandonado las enseñanzas de la Biblia en favor de la cooperación con el estado político. En 1933, la Iglesia Católica firmó un concordato con los nazis. El cardenal Faulhaber escribió a Hitler: “Este apretón de manos con el Papado [...] es un hecho de valor incalculable. [...] ¡Quiera Dios conservar al canciller al frente de nuestro pueblo!”.
En efecto, la Iglesia Católica, al igual que otras confesiones, pasaron a ser agentes del perverso gobierno de Hitler. A pesar de las palabras de Jesús de que sus seguidores “no son parte del mundo”, las iglesias y su grey fueron parte integrante del mundo de Hitler. (Juan 17:16.) En consecuencia, no denunciaron los horrores que los nazis cometieron contra la humanidad en los campos de exterminio.
Cierto es que algunos católicos, protestantes y miembros de otras religiones se opusieron con valentía al Estado nazi. Pero mientras algunos lo pagaban con su vida, sus cabezas espirituales, que alegaban servir a Dios, servían de marionetas del Tercer Reich.
Mas hubo una voz que no dejó de oírse. Si bien los medios de comunicación en conjunto pasaron por alto el protagonismo de las iglesias en el drama nazi, los testigos de Jehová se sintieron obligados a denunciar la traición y la hipocresía del clero, dando detalles de su complicidad entre bastidores. Durante los años treinta y cuarenta, las páginas de la revista precursora de ¡Despertad! y otras publicaciones hicieron fuertes acusaciones contra las organizaciones religiosas que se convirtieron en instrumentos del nazismo.
Se reconoce a los auténticos seguidores de Cristo
Los testigos de Jehová son del todo diferentes de las religiones del mundo. No siendo parte de este, se abstienen de intervenir en las guerras de las naciones. En obediencia a las instrucciones de Dios, ‘han batido sus espadas en rejas de arado’. (Isaías 2:4.) Y en obediencia a los mandatos de Cristo, se aman unos a otros. (Juan 13:35.) Esto significa que nunca van a la guerra ni se atacan entre sí.
Cuando se trata de identificar a los auténticos adoradores de Dios, la Biblia dice claramente: “Los hijos de Dios y los hijos del Diablo se hacen evidentes por este hecho: Todo el que no se ocupa en la justicia no se origina de Dios, tampoco el que no ama a su hermano. Porque este es el mensaje que ustedes han oído desde el principio, que debemos tener amor unos para con otros; no como Caín, que se originó del inicuo y degolló a su hermano”. (1 Juan 3:10-12.)
En efecto, la historia da testimonio de que los testigos de Jehová siempre han mostrado amor al prójimo, incluso ante intensa presión. Cuando Hitler declaró la guerra por toda Europa, los Testigos se mantuvieron firmes ante los brutales esfuerzos nazis por hacer que participaran en la orgía de sangre. La profesora Christine King resumió muy bien el asunto: “Los testigos de Jehová sí dejaron oír su voz. La dejaron oír desde el principio, al unísono. Y hablaron con tal valentía, que nos han dado una lección”.
Hasta que este mundo goce de seguridad bajo el mando amoroso del gobierno de Jehová, libre de guerras y maldad, los testigos de Jehová dejarán oír su voz. Mientras sea la voluntad del Señor Soberano Jehová, esta revista continuará denunciando las perversidades del mundo satánico y proclamando la única esperanza verdadera para la humanidad, el Reino de Dios. (Mateo 6:9, 10.)


¿Quiénes serán evangelizadores?


En  una reunión del Consejo Mundial de Iglesias celebrada hace sesenta años, se instó a los miembros a “llenarse de un espíritu evangelizante” y a enseñar a sus rebaños a “ir a evangelizar”. Un lustro después, el eclesiástico católico John A. O’Brien escribió sobre la necesidad de captar nuevos discípulos “yendo adonde ellos”, y no simplemente “quedándose sentados en casa”. Y en enero de 1994, el papa Juan Pablo II dijo que “no [era] momento para avergonzarse del Evangelio, sino para pregonarlo desde las azoteas”.
Al parecer, estos llamamientos ocasionales pidiendo evangelizadores han caído en oídos sordos. Un artículo del periódico australiano Illawarra Mercury dijo: “Los católicos prominentes de la costa sur no desean dar a su fe un enfoque como el de los testigos de Jehová”. Un hombre afirmó que la evangelización sencillamente “no forma parte de la mentalidad católica”. Otro argumentó: “Está bien que la Iglesia se promocione a sí misma, pero no tocando a las puertas. Tal vez fuera mejor hacerlo a través de las escuelas o por carta”. Incluso el deán de una catedral no estaba muy seguro de cómo interpretar los comentarios del Papa. “Animaremos a la gente a vivir el Evangelio que conoce —dijo—. Que esto signifique hacer visitas a domicilio es otra cosa.” El titular del artículo resumió muy bien la situación: “Los católicos no quieren obedecer el llamamiento del Papa para que se predique”.
Pese al fracaso de la cristiandad en lo que respecta a evangelizar, más de cinco millones de testigos de Jehová obedecen el mandato de Jesús de ‘ir y hacer discípulos de gente de todas las naciones’. (Mateo 28:19, 20; compárese con Hechos 5:42.) Actualmente predican de casa en casa en más de doscientos treinta países. Llevan un mensaje positivo, que realza las magníficas promesas de la Biblia para el futuro. ¿Por qué no habla con ellos la próxima vez que lo visiten?

¿Qué les sucederá a las iglesias?... cómo le afecta


Para entender lo que les sucederá a las iglesias, usted primero tiene que comprender por qué se encuentran en tal confusión hoy. La razón básica que da la Biblia es ésta: “¡Miren! ellos han rechazado la mismísima palabra de Jehová, y ¿qué sabiduría tienen?”—Jer. 8:9.
¿Confiaría usted en los garabatos de un nene como un mapa de carreteras para efectuar un viaje peligroso en vez de un mapa preparado por las autoridades de caminos? Usted sabe que se perdería si hiciera eso. Las iglesias han hecho esto con la Biblia. Han abandonado la guía del Creador infalible del hombre y se han dirigido a las ideas de hombres imperfectos, pecaminosos. De modo que ahora las iglesias están perdidas.
Dios inspiró la Biblia como guía para el hombre. Esta nos dice la verdad acerca del Creador, quién es y cuáles son sus propósitos para con el hombre y la Tierra. Se nos asegura: “Toda Escritura es inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente, completamente equipado para toda buena obra.”—2 Tim. 3:16, 17.
El apóstol Pablo apreció la Palabra de Dios, y dijo: “Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que oyeron de parte de nosotros, la aceptaron, no como palabra de hombres, sino, como lo que verdaderamente es, como palabra de Dios, la cual también está obrando en ustedes los creyentes.” (1 Tes. 2:13) Para salvaguardar a compañeros creyentes, Pablo advirtió: “‘No ir más allá de las cosas que están escritas,’ a fin de que no se hinchen individualmente a favor del uno contra el otro.”—1 Cor. 4:6.
Abandonando la Palabra de Dios
El clero de las iglesias de la cristiandad por lo general no tiene esa actitud para con la Biblia hoy día. Aumenta el número de clérigos que no la aceptan como la Palabra de Dios. Note solo unos cuantos de muchos de esos informes acerca de su verdadera actitud:
El clérigo metodista Robert Anders, de los Estados Unidos: “La Biblia es la mayor colección de mitología en la historia de la civilización occidental.”—Revista Time.
“La principal Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos ha rechazado la doctrina tradicional de que la Biblia es infalible.”—Daily Telegraph, Sydney, Australia.
El deán Rosco Brong, del Colegio Bautista de Lexington, Kentucky: “Las iglesias bautistas están siendo invadidas y su testimonio destruido por un diluvio de infieles que se disfrazan de ministros que son vertidos de los colegios y seminarios modernistas... predicadores infieles que niegan la Biblia, que se sirven a sí mismos en vez de servir a Cristo.”—Ashland Avenue Baptist, Lexington, Kentucky.
Eso representa la tendencia general de hoy entre los clérigos. Aun el Reader’s Digest reconoció esto, al decir: “Hoy muchos de los líderes principales de la iglesia —especialmente en las que se llaman las sectas de la ‘corriente principal’— les están fallando penosamente a sus miembros de dos maneras: 1) sucumbiendo a una tendencia furtiva a rebajar el valor de la Biblia como la Palabra infalible de Dios y 2) por los esfuerzos por cambiar el empuje principal de la iglesia de lo espiritual a lo seglar.”
Matando la creencia en Dios
Al matar la Biblia a los ojos de la gente, el clero ha ayudado a matar la creencia en Dios. Muchas personas razonan que si la Biblia no es la guía de Dios para el hombre, y las iglesias se hallan en tan grande confusión, entonces quizás Dios no exista. Aun el teólogo católico holandés Edward Schillebeeckx reconoció, según informó el semanario alemán Stern, lo siguiente: “Dios ha sido borrado por el cuadro que las iglesias han pintado de él por muy, muy largo tiempo.”
Dios también ha sido “borrado” de la mente de muchos de los que se suponía que enseñaran a la gente acerca de él... el clero. En una encuesta de clérigos efectuada por la revista McCall’s, se reveló lo siguiente: “Una cantidad considerable rechazaba del todo la idea de un Dios personal.”
Aunque el matar así la Biblia y la creencia en Dios por el clero ha cobrado velocidad en años recientes, realmente no es nuevo. El Colonist de Victoria, Colombia Británica, declaró: “Las llamadas ideas modernas acerca de la Biblia se han enseñado a todo estudiante de teología anglicano y de la Iglesia Unida desde 1920.” Esto aplica a estudiantes de prácticamente todo seminario del mundo. En consecuencia, el comentarista Louis Cassels, en un despacho de Prensa Unida Internacional, dijo:
“La gente acude a la iglesia, y especialmente a sus ministros ordenados, para que éstos les ayuden a encontrar su camino hacia una fe en Dios que sea viva, renovadora y transformadora. Pero, ¿cómo puede un pastor dirigir a ninguna otra persona a esa fe si él mismo no la tiene, como lo confiesa privadamente que no la tiene una cantidad considerable de ministros jóvenes (y algunos no tan jóvenes)?”
Cassels también dijo: “Mientras más famoso sea el seminario, más corrosivo puede ser el ambiente de escepticismo que prevalezca en su facultad y cuerpo estudiantil.”
¿Qué hay de su clérigo?
¿Le ha enseñado su clérigo la Palabra de Dios? ¿Ha aprendido usted de él las respuestas de la Biblia a preguntas vitales como éstas: ¿Por qué muere el hombre? ¿Dónde están los muertos? ¿Por qué ha permitido Dios por tanto tiempo la iniquidad? ¿Cuál es el remedio de Dios para las dificultades de este mundo? ¿Qué encierra el futuro para usted?
Es verdad que su clérigo quizás diga que respeta la Biblia. Hasta quizás cite de ella. Pero, ¿la acepta toda como la Palabra inspirada de Dios? ¿Realmente le ha enseñado a usted de ella? Usted puede averiguarlo rápidamente aplicando esta prueba sencilla: ¿Puede usted dirigirse a la Biblia y mostrarle a otra persona las respuestas a las preguntas del párrafo anterior?
Además, ¿tolera su religión a clérigos que no aceptan la Biblia como la Palabra de Dios? ¿Defiende su propio clérigo la Biblia contra estos enemigos de la Palabra de Dios que aumentan en todas las iglesias de la cristiandad? La Biblia advierte: “Un poco de levadura hace fermentar toda la masa.” (Gál. 5:9) Una manzana podrida, si no se quita, echa a perder todas las demás de la caja. Pero los sistemas eclesiásticos no han quitado de sus filas a los clérigos que rebajan el valor de la Biblia; más bien, a éstos se les sigue aceptando. Es por eso que las iglesias están tan cabalmente infectadas de enseñanzas impías.
Pagando el precio
La Biblia también advierte: “Cualquier cosa que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gál. 6:7) El clero ha sembrado falta de respeto a la Biblia y a su Autor, Jehová Dios. Su cosecha no puede ser buena.
El clero ya está segando algo de esa cosecha: gran confusión en las iglesias; miembros de las iglesias que salen por decenas de miles; disminución veloz en la matrícula de seminarios y órdenes religiosas; sacerdotes, ministros y monjas que renuncian en cantidades que establecen marcas.
Puesto que el clero dice que ya no debe confiarse en la Biblia y hasta pone en tela de juicio la creencia en la existencia de Dios, ahora lógicamente muchas personas se preguntan para qué necesitan al clero. En consecuencia, ¡el clero ha sembrado las semillas de su propia destrucción! Como dijo el Evening Post de Lancashire, Inglaterra, del 12 de noviembre de 1969:
“La autoridad perdida del púlpito así como el menos respeto a las declaraciones que hacían los ministros eclesiásticos se debían principalmente al menos respeto a la Biblia, alegó el Rdo. Frank Ockenden, ministro superintendente del Circuito Metodista de Garstang.
“En su boletín informativo mensual, dice: ‘Habiéndoseles dicho por tantos cuyo puesto exige que enseñen que la Biblia es la palabra de Dios que no lo es, se ha destruido una autoridad para la cual no hay sustituto.’ . . .
“El resultado ha sido una pérdida desastrosa de confianza en la religión cristiana y un abandono de las normas cristianas de comportamiento moral.”
El futuro
Sin embargo, no crea que el futuro de las iglesias solo será una disminución continua de miembros y clérigos. Es cierto que es probable que eso continúe cobrando velocidad en los siguientes pocos años. Pero algo mucho más serio que eso les espera.
Jesucristo dijo: “Un árbol bueno no puede dar fruto inservible, tampoco puede un árbol podrido producir fruto excelente. Todo árbol que no produce fruto excelente llega a ser cortado y echado al fuego.”—Mat. 7:17-19.
¿Qué clase de “fruto” está produciendo el clero? Puesto que están apartando de Dios y de su Palabra a la gente, la respuesta verídica debe ser que están produciendo “fruto inservible.” ¿Qué clase de “árbol” dijo Jesús que produce esa clase de fruto? Un “árbol podrido.” ¿Qué le pasará a esa clase de “árbol”? “Llega a ser cortado y echado al fuego.”
No se equivoque. El clero de la cristiandad NO está sirviendo a Dios en la actualidad. NO constituyen sus representantes. A ellos Jehová dice en realidad: “Yo mismo no los envié ni les di orden. Así es que de ninguna manera aprovecharán a este pueblo.” (Jer. 23:32) Pregúntese: Si Dios estuviera con las iglesias, ¿estarían en tal confusión hoy? El Organizador del fantástico universo de miles de millones de estrellas y planetas... ¿no podría organizar las iglesias si fueran suyas? Su mismísima condición es prueba de que Dios no está con ellas, porque “Dios no es Dios de desorden, sino de paz.”—1 Cor. 14:33.
¿Cuál, entonces, es el juicio de Dios para las iglesias? Hablando de toda la religión falsa como si fuese una ramera, dice la Biblia: “En un solo día vendrán sus plagas, muerte y lamento y hambre, y será quemada por completo con fuego, porque fuerte es Jehová Dios que la juzgó.” (Rev. 18:8) Fuerzas destructoras “harán que quede devastada y desnuda, y se comerán sus carnes y la quemarán por completo con fuego.”—Rev. 17:16.
Ese juicio de Dios librará a la Tierra para siempre de las iglesias y de los clérigos que apartan a la gente de la adoración correcta de Dios: “Nunca volverá a ser hallada.” (Rev. 18:21) Entonces, Dios dirigirá su atención al resto de este mundo inicuo, incluso a los otros que odian a Dios y su Palabra. La Biblia claramente muestra que su fin también se acerca, pues la destrucción de la religión falsa llega precisamente antes de que Dios destruya al resto de este inicuo sistema de cosas.—Rev. 19:17-21.
De modo que el significado verdadero de lo que sucede en las iglesias es que estamos muy cerca del tiempo en que “el mundo va pasando y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.”—1 Juan 2:17.
Por lo tanto, el hacer la voluntad de Dios en estos días es asunto de vida o muerte para todos nosotros. Por eso es urgente que usted examine ahora su relación con Dios. Nada de lo que usted haga en los siguientes pocos años será más importante que eso. Le es necesario averiguar si su manera de adorar es la que Dios aprueba, porque usted podría estar relacionado con una religión que Dios ha abandonando a la destrucción.