Regocíjate R. Dominicana
¡Jehová mismo ha llegado a ser rey! Esté gozosa la tierra. Regocíjense las muchas islas (Salmo 97:1)
miércoles, 27 de mayo de 2015
jueves, 7 de mayo de 2015
Polémica respecto al bautismo
Colorado Springs (E.U.A.), se convirtió en uno de los principales
centros de evangelización de la cristiandad, fue hace una décadas el escenario
de una polémica sobre determinados métodos de conversión infantil. El diario The
Denver Post informaba que la Iglesia Bautista de Cornerstone utilizaba un
flota de dieciséis autobuses para recorrer la zona buscando niños, a los que
atraían con promesas de darles dulces y gaseosas y llevarlos a un parque de
atracciones. Muchos padres dejaron a sus hijos ir al parque, pero se
disgustaron cuando estos les contaron al regresar a casa que los habían
bautizado. Por lo común, estos “evangelistas” obtienen una autorización escrita
de los padres antes de bautizar a los niños, pero a veces pasaron por alto esa
norma. Según el Post, el ministro de la iglesia dijo de tal autorización
escrita: “Nos hace perder mucho tiempo”.
Predicaban por paga
Sacerdotes de la Iglesia Luterana de Suecia
se quejaron de su paga porque, según informes, su salario era “bajo en
comparación con el de otras profesiones que requieren menos estudio o
adiestramiento”. Sin embargo, según el servicio de noticias del Concilio
Mundial de Iglesias, se esperan mejoras. Después de “una campaña larga y, en
parte, amarga”, los sacerdotes obtuvieron una semana de 40 horas de
trabajo. Pero ¿qué sucede si los suecos necesitan ayuda sacerdotal después de
las horas laborales? El acuerdo laboral también garantizaba pago de horas
extraordinarias por cada hora adicional de atención pastoral. Se esperaba que
este salario por tiempo extraordinario aumenteara en de 10 a 12% el
ingreso anual de los sacerdotes.
En contraste con esta preocupación de los
sacerdotes suecos por mejor salario por sus servicios, cuando Jesús envió a sus
discípulos a predicar les dijo: “Recibieron gratis; den gratis. No consigan
oro, ni plata, ni cobre para las bolsas de sus cintos”. (Mateo 10:8, 9.)
¿Qué quiso decir Jesús? Las buenas nuevas del Reino no habían de ser
comercializadas, ni habían de usarse para provecho personal egoísta. Los
discípulos se adhirieron a la guía de Jesús y cumplieron su ministerio. ¿Por
qué? Porque Dios los sostuvo en el ministerio.
¿Promoción de pornografía por las iglesias?
La Junta Metodista de Discipulado emitió una
resolución en la que se declaraba que 10 películas destinadas a dar consejo
sobre asuntos sexuales podían continuar usándose para auditorios limitados.
Pero un miembro disidente de la Junta hizo el siguiente comentario: “Ni las
películas, ni los foros [para dar consejo sobre el sexo], tenían base bíblica.
Las películas muestran a hombres y mujeres en el acto de masturbarse, y también
muestran la homosexualidad masculina y femenina. Cada una de estas películas era
completamente explícita... iba desde el punto de desvestirse hasta el del
orgasmo.” Ted McIlvenna, ministro metodista de San Francisco que hizo la
mayoría de las películas, las defendió, haciendo notar que “las filmaron y
produjeron ministros metodistas.” Se dice que durante siete años
aproximadamente 73.000 personas habían visto estas películas explícitas.
¿Por qué callaron las iglesias?
EL 8 de diciembre de 1993, el profesor
Franklin Littell, de la Universidad de Baylor, habló en el Museo del Holocausto
de Estados Unidos sobre una “verdad concreta” que turba el ánimo. ¿Cuál era?
Dicha verdad, dijo Littell, es que
“seis millones de judíos fueron perseguidos y asesinados sistemáticamente
en pleno corazón de la cristiandad por católicos, protestantes y ortodoxos
bautizados, que nunca fueron amonestados ni mucho menos excomulgados”. Sin
embargo, hubo una voz que no cesó de denunciar el entrometimiento del
clero en el gobierno de Hitler. Esa voz, como hemos visto, fue la de los
testigos de Jehová.
Hitler y otros tantos cabecillas de su
régimen eran miembros bautizados de la Iglesia Católica. ¿Por qué no se
les excomulgó? ¿Por qué se abstuvo la Iglesia Católica de condenar los horrores
perpetrados por estos hombres? ¿Por qué callaron también las iglesias
protestantes?
¿Guardaron realmente silencio las iglesias?
¿Hay pruebas de su cooperación con el esfuerzo bélico de Hitler?
El papel de la
Iglesia Católica
El historiador católico
E. I. Watkin escribió: “Aunque sea doloroso admitirlo,
no podemos negar ni pasar por alto, en pro de un supuesto bien espiritual
o de una falsa lealtad, el hecho histórico de que los obispos han apoyado
siempre todas las guerras libradas por los gobiernos de sus respectivos
países. [...] En lo que respecta al nacionalismo beligerante, han actuado
como los portavoces del César”.
Cuando Watkin mencionó que los obispos de la
Iglesia Católica ‘habían apoyado siempre todas las guerras libradas por los
gobiernos de sus países’, incluyó las guerras de agresión de Hitler. Como
admitió Friedrich Heer, profesor católico de Historia de la Universidad de
Viena (Austria): “En la cruda realidad de la historia alemana, la cruz y la
esvástica se fueron acercando cada vez más, hasta que la esvástica proclamó el
mensaje de la victoria desde las torres de las catedrales alemanas, las
banderas con la esvástica aparecieron en los altares, y los teólogos, pastores,
clérigos y políticos católicos y protestantes aclamaron la alianza con Hitler”.
Tal fue el apoyo incondicional prestado por
los jerarcas de la Iglesia a las guerras hitlerianas, que el profesor católico
Gordon Zahn comentó: “Cualquier católico alemán que acudía a sus superiores
religiosos en busca de guía espiritual y dirección respecto a prestar servicio
en las guerras de Hitler, recibía prácticamente las mismas respuestas que
hubiera recibido del propio dirigente nazi”.
El hecho de que los católicos siguieron
obedientemente la dirección de sus líderes eclesiásticos fue documentado por el
profesor Heer, quien dijo: “De los cerca de treinta y dos millones de católicos
alemanes —quince millones y medio de los cuales eran varones— solo siete
[individuos] rehusaron abiertamente prestar servicio militar; seis de estos
eran austriacos”. Pruebas más recientes indican que unos cuantos católicos más,
y también algunos protestantes, opusieron resistencia al Estado nazi a causa de
sus convicciones religiosas. Algunos incluso pagaron con su vida, en tanto que
sus jefes espirituales se vendieron al Tercer Reich.
Quién más calló, y
quién no
Como se ve, el profesor Heer incluyó a los
líderes protestantes entre los que “aclamaron la alianza con Hitler”. ¿Es
cierta su afirmación?
Muchos protestantes se han recriminado
amargamente el silencio que guardaron durante las guerras de agresión de
Hitler. Por ejemplo, en octubre de 1945 tuvo lugar una reunión de once
destacados clérigos para redactar la llamada Confesión de Culpa de Stuttgart,
en la que manifestaron: “Nos acusamos de no haber sido más valientes al
declarar nuestras convicciones, más leales al decir nuestras oraciones, más
gozosos al expresar nuestra fe y más ardientes al demostrar nuestro amor”.
La historia del cristianismo, de Paul Johnson,
refiere: “De un total de 17.000 pastores evangélicos, nunca hubo más de
cincuenta que cumpliesen penas prolongadas [por no apoyar al régimen
nazi]”. Contrastando a aquellos pastores con los testigos de Jehová, Johnson
escribió: “Los más valerosos fueron los Testigos de Jehová, que afirmaron su
oposición doctrinaria directa desde el principio y sufrieron las consecuencias.
Se negaron a cooperar con el Estado nazi”.
En 1939, año en que estalló la II Guerra
Mundial, Consolation citó las siguientes palabras del ministro
protestante T. Bruppacher: “Aunque los hombres que se dicen cristianos han
fallado en las pruebas decisivas, estos desconocidos testigos de Jehová, como mártires
cristianos, mantienen una resistencia inquebrantable frente a la coacción de su
conciencia y la idolatría pagana. Algún día, el historiador futuro deberá
reconocer que no fueron las grandes iglesias, sino estas personas
calumniadas y escarnecidas, las primeras en hacer frente a la ira del demonio
nazi [...]. Se niegan a adorar a Hitler y la esvástica”.
En parecidos términos se expresó más tarde
Martin Niemoeller, pastor protestante que estuvo en un campo de concentración:
‘Puede decirse sinceramente que en todas las épocas las iglesias cristianas
siempre han consentido en bendecir las guerras, las tropas y las armas, y han
orado de una forma muy poco cristiana por la aniquilación de sus enemigos’. Y
admitió: “Todo esto es culpa nuestra y de nuestros padres; obviamente
no es culpa de Dios”.
A lo anterior agregó: “Y pensar que los
cristianos de hoy nos avergonzamos de la llamada secta de los estudiantes
serios de la Biblia [testigos de Jehová], centenares, e incluso millares, de
los cuales han sido enviados a los campos de concentración y han muerto por
negarse a prestar servicio en la guerra y a disparar a seres humanos”.
Susannah Heschel, profesora de Estudios
Judaicos, descubrió varios documentos que demuestran que el clero luterano
deseaba, sí, ansiaba, apoyar a Hitler. Según ella, los líderes clericales
rogaron que se les concediera el privilegio de desplegar la esvástica en sus
iglesias. La abrumadora mayoría de los eclesiásticos no fueron
colaboradores obligados, como lo revelan las pruebas, sino apoyadores
fervorosos de Hitler y sus ideales arios.
Durante las conferencias de la profesora
Heschel, los concurrentes suelen preguntarle: “¿Qué más pudimos haber hecho?”.
“Pudieron haber imitado a los testigos de
Jehová”, replica ella.
Por qué callaron
La razón por la que las iglesias callaron es
evidente. Se debió a que la clerecía y sus rebaños habían abandonado las
enseñanzas de la Biblia en favor de la cooperación con el estado político.
En 1933, la Iglesia Católica firmó un concordato con los nazis. El
cardenal Faulhaber escribió a Hitler: “Este apretón de manos con el
Papado [...] es un hecho de valor incalculable. [...] ¡Quiera Dios
conservar al canciller al frente de nuestro pueblo!”.
En efecto, la Iglesia Católica, al igual que
otras confesiones, pasaron a ser agentes del perverso gobierno de Hitler. A
pesar de las palabras de Jesús de que sus seguidores “no son parte del
mundo”, las iglesias y su grey fueron parte integrante del mundo de Hitler.
(Juan 17:16.) En consecuencia, no denunciaron los horrores que los nazis
cometieron contra la humanidad en los campos de exterminio.
Cierto es que algunos católicos, protestantes
y miembros de otras religiones se opusieron con valentía al Estado nazi. Pero
mientras algunos lo pagaban con su vida, sus cabezas espirituales, que alegaban
servir a Dios, servían de marionetas del Tercer Reich.
Mas hubo una voz que no dejó de oírse.
Si bien los medios de comunicación en conjunto pasaron por alto el protagonismo
de las iglesias en el drama nazi, los testigos de Jehová se sintieron obligados
a denunciar la traición y la hipocresía del clero, dando detalles de su
complicidad entre bastidores. Durante los años treinta y cuarenta, las páginas
de la revista precursora de ¡Despertad! y otras publicaciones hicieron
fuertes acusaciones contra las organizaciones religiosas que se convirtieron en
instrumentos del nazismo.
Se reconoce a los
auténticos seguidores de Cristo
Los testigos de Jehová son del todo
diferentes de las religiones del mundo. No siendo parte de este, se abstienen
de intervenir en las guerras de las naciones. En obediencia a las instrucciones
de Dios, ‘han batido sus espadas en rejas de arado’. (Isaías 2:4.) Y en
obediencia a los mandatos de Cristo, se aman unos a otros. (Juan 13:35.) Esto
significa que nunca van a la guerra ni se atacan entre sí.
Cuando se trata de identificar a los
auténticos adoradores de Dios, la Biblia dice claramente: “Los hijos de Dios
y los hijos del Diablo se hacen evidentes por este hecho: Todo el que
no se ocupa en la justicia no se origina de Dios, tampoco el que
no ama a su hermano. Porque este es el mensaje que ustedes han oído desde
el principio, que debemos tener amor unos para con otros; no como
Caín, que se originó del inicuo y degolló a su hermano”. (1 Juan
3:10-12.)
En efecto, la historia da testimonio de que
los testigos de Jehová siempre han mostrado amor al prójimo, incluso ante
intensa presión. Cuando Hitler declaró la guerra por toda Europa, los Testigos
se mantuvieron firmes ante los brutales esfuerzos nazis por hacer que
participaran en la orgía de sangre. La profesora Christine King resumió muy
bien el asunto: “Los testigos de Jehová sí dejaron oír su voz. La dejaron oír
desde el principio, al unísono. Y hablaron con tal valentía, que nos han dado
una lección”.
Hasta que este mundo goce de seguridad bajo
el mando amoroso del gobierno de Jehová, libre de guerras y maldad, los
testigos de Jehová dejarán oír su voz. Mientras sea la voluntad del Señor
Soberano Jehová, esta revista continuará denunciando las perversidades del
mundo satánico y proclamando la única esperanza verdadera para la humanidad, el
Reino de Dios. (Mateo 6:9, 10.)
¿Quiénes serán evangelizadores?
En una
reunión del Consejo Mundial de Iglesias celebrada hace sesenta años, se instó a
los miembros a “llenarse de un espíritu evangelizante” y a enseñar a sus
rebaños a “ir a evangelizar”. Un lustro después, el eclesiástico católico John
A. O’Brien escribió sobre la necesidad de captar nuevos discípulos “yendo
adonde ellos”, y no simplemente “quedándose sentados en casa”. Y en
enero de 1994, el papa Juan Pablo II dijo que “no [era] momento
para avergonzarse del Evangelio, sino para pregonarlo desde las azoteas”.
Al parecer, estos llamamientos ocasionales
pidiendo evangelizadores han caído en oídos sordos. Un artículo del periódico
australiano Illawarra Mercury dijo: “Los católicos prominentes de la
costa sur no desean dar a su fe un enfoque como el de los testigos de
Jehová”. Un hombre afirmó que la evangelización sencillamente “no forma
parte de la mentalidad católica”. Otro argumentó: “Está bien que la Iglesia se
promocione a sí misma, pero no tocando a las puertas. Tal vez fuera mejor
hacerlo a través de las escuelas o por carta”. Incluso el deán de una catedral
no estaba muy seguro de cómo interpretar los comentarios del Papa. “Animaremos
a la gente a vivir el Evangelio que conoce —dijo—. Que esto signifique hacer
visitas a domicilio es otra cosa.” El titular del artículo resumió muy bien la
situación: “Los católicos no quieren obedecer el llamamiento del Papa para
que se predique”.
Pese al fracaso de la cristiandad en lo que
respecta a evangelizar, más de cinco millones de testigos de Jehová obedecen el
mandato de Jesús de ‘ir y hacer discípulos de gente de todas las naciones’.
(Mateo 28:19, 20; compárese con Hechos 5:42.) Actualmente predican de casa
en casa en más de doscientos treinta países. Llevan un mensaje positivo, que
realza las magníficas promesas de la Biblia para el futuro. ¿Por qué
no habla con ellos la próxima vez que lo visiten?
¿Qué les sucederá a las iglesias?... cómo le afecta
Para entender lo que les sucederá a las
iglesias, usted primero tiene que comprender por qué se encuentran en tal
confusión hoy. La razón básica que da la Biblia es ésta: “¡Miren! ellos han
rechazado la mismísima palabra de Jehová, y ¿qué sabiduría tienen?”—Jer. 8:9.
¿Confiaría usted en los garabatos de un nene
como un mapa de carreteras para efectuar un viaje peligroso en vez de un mapa
preparado por las autoridades de caminos? Usted sabe que se perdería si hiciera
eso. Las iglesias han hecho esto con la Biblia. Han abandonado la guía del
Creador infalible del hombre y se han dirigido a las ideas de hombres
imperfectos, pecaminosos. De modo que ahora las iglesias están perdidas.
Dios inspiró la Biblia como guía para el
hombre. Esta nos dice la verdad acerca del Creador, quién es y cuáles son sus
propósitos para con el hombre y la Tierra. Se nos asegura: “Toda Escritura es
inspirada de Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las
cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente
competente, completamente equipado para toda buena obra.”—2 Tim.
3:16, 17.
El apóstol Pablo apreció la Palabra de Dios,
y dijo: “Cuando ustedes recibieron la palabra de Dios, que oyeron de parte de
nosotros, la aceptaron, no como palabra de hombres, sino, como lo que
verdaderamente es, como palabra de Dios, la cual también está obrando en
ustedes los creyentes.” (1 Tes. 2:13) Para salvaguardar a compañeros
creyentes, Pablo advirtió: “‘No ir más allá de las cosas que están
escritas,’ a fin de que no se hinchen individualmente a favor del uno
contra el otro.”—1 Cor. 4:6.
Abandonando la
Palabra de Dios
El clero de las iglesias de la cristiandad
por lo general no tiene esa actitud para con la Biblia hoy día. Aumenta el
número de clérigos que no la aceptan como la Palabra de Dios. Note solo
unos cuantos de muchos de esos informes acerca de su verdadera actitud:
El
clérigo metodista Robert Anders, de los Estados Unidos: “La Biblia es la mayor
colección de mitología en la historia de la civilización occidental.”—Revista Time.
“La
principal Iglesia Presbiteriana de los Estados Unidos ha rechazado la doctrina
tradicional de que la Biblia es infalible.”—Daily Telegraph, Sydney,
Australia.
El
deán Rosco Brong, del Colegio Bautista de Lexington, Kentucky: “Las iglesias
bautistas están siendo invadidas y su testimonio destruido por un diluvio de
infieles que se disfrazan de ministros que son vertidos de los colegios y
seminarios modernistas... predicadores infieles que niegan la Biblia, que se
sirven a sí mismos en vez de servir a Cristo.”—Ashland Avenue Baptist,
Lexington, Kentucky.
Eso representa la tendencia general de hoy
entre los clérigos. Aun el Reader’s Digest reconoció esto, al decir:
“Hoy muchos de los líderes principales de la iglesia —especialmente en las que
se llaman las sectas de la ‘corriente principal’— les están fallando
penosamente a sus miembros de dos maneras: 1) sucumbiendo a una tendencia furtiva
a rebajar el valor de la Biblia como la Palabra infalible de Dios y 2) por
los esfuerzos por cambiar el empuje principal de la iglesia de lo espiritual a
lo seglar.”
Matando la creencia
en Dios
Al matar la Biblia a los ojos de la gente, el
clero ha ayudado a matar la creencia en Dios. Muchas personas razonan que si la
Biblia no es la guía de Dios para el hombre, y las iglesias se hallan en
tan grande confusión, entonces quizás Dios no exista. Aun el teólogo
católico holandés Edward Schillebeeckx reconoció, según informó el semanario
alemán Stern, lo siguiente: “Dios ha sido borrado por el cuadro que las
iglesias han pintado de él por muy, muy largo tiempo.”
Dios también ha sido “borrado” de la mente de
muchos de los que se suponía que enseñaran a la gente acerca de él... el clero.
En una encuesta de clérigos efectuada por la revista McCall’s, se reveló
lo siguiente: “Una cantidad considerable rechazaba del todo la idea de un Dios
personal.”
Aunque el matar así la Biblia y la creencia
en Dios por el clero ha cobrado velocidad en años recientes, realmente
no es nuevo. El Colonist de Victoria, Colombia Británica, declaró:
“Las llamadas ideas modernas acerca de la Biblia se han enseñado a todo
estudiante de teología anglicano y de la Iglesia Unida desde 1920.” Esto
aplica a estudiantes de prácticamente todo seminario del mundo. En
consecuencia, el comentarista Louis Cassels, en un despacho de Prensa Unida
Internacional, dijo:
“La
gente acude a la iglesia, y especialmente a sus ministros ordenados, para que
éstos les ayuden a encontrar su camino hacia una fe en Dios que sea viva,
renovadora y transformadora. Pero, ¿cómo puede un pastor dirigir a ninguna otra
persona a esa fe si él mismo no la tiene, como lo confiesa privadamente
que no la tiene una cantidad considerable de ministros jóvenes (y algunos
no tan jóvenes)?”
Cassels
también dijo: “Mientras más famoso sea el seminario, más corrosivo puede ser el
ambiente de escepticismo que prevalezca en su facultad y cuerpo estudiantil.”
¿Qué hay de su
clérigo?
¿Le ha enseñado su clérigo la Palabra de
Dios? ¿Ha aprendido usted de él las respuestas de la Biblia a preguntas vitales
como éstas: ¿Por qué muere el hombre? ¿Dónde están los muertos? ¿Por qué ha
permitido Dios por tanto tiempo la iniquidad? ¿Cuál es el remedio de Dios para
las dificultades de este mundo? ¿Qué encierra el futuro para usted?
Es verdad que su clérigo quizás diga que
respeta la Biblia. Hasta quizás cite de ella. Pero, ¿la acepta toda como la
Palabra inspirada de Dios? ¿Realmente le ha enseñado a usted de ella? Usted
puede averiguarlo rápidamente aplicando esta prueba sencilla: ¿Puede usted
dirigirse a la Biblia y mostrarle a otra persona las respuestas a las preguntas
del párrafo anterior?
Además, ¿tolera su religión a clérigos que
no aceptan la Biblia como la Palabra de Dios? ¿Defiende su propio clérigo
la Biblia contra estos enemigos de la Palabra de Dios que aumentan en todas las
iglesias de la cristiandad? La Biblia advierte: “Un poco de levadura hace
fermentar toda la masa.” (Gál. 5:9) Una manzana podrida, si no se quita,
echa a perder todas las demás de la caja. Pero los sistemas eclesiásticos
no han quitado de sus filas a los clérigos que rebajan el valor de la
Biblia; más bien, a éstos se les sigue aceptando. Es por eso que las iglesias están
tan cabalmente infectadas de enseñanzas impías.
Pagando el precio
La Biblia también advierte: “Cualquier cosa
que el hombre esté sembrando, esto también segará.” (Gál. 6:7) El clero ha
sembrado falta de respeto a la Biblia y a su Autor, Jehová Dios. Su cosecha
no puede ser buena.
El clero ya está segando algo de esa cosecha:
gran confusión en las iglesias; miembros de las iglesias que salen por decenas
de miles; disminución veloz en la matrícula de seminarios y órdenes religiosas;
sacerdotes, ministros y monjas que renuncian en cantidades que establecen
marcas.
Puesto que el clero dice que ya no debe
confiarse en la Biblia y hasta pone en tela de juicio la creencia en la
existencia de Dios, ahora lógicamente muchas personas se preguntan para qué
necesitan al clero. En consecuencia, ¡el clero ha sembrado las semillas de su
propia destrucción! Como dijo el Evening Post de Lancashire, Inglaterra,
del 12 de noviembre de 1969:
“La
autoridad perdida del púlpito así como el menos respeto a las declaraciones que
hacían los ministros eclesiásticos se debían principalmente al menos respeto a
la Biblia, alegó el Rdo. Frank Ockenden, ministro superintendente del Circuito
Metodista de Garstang.
“En
su boletín informativo mensual, dice: ‘Habiéndoseles dicho por tantos cuyo
puesto exige que enseñen que la Biblia es la palabra de Dios que no lo es,
se ha destruido una autoridad para la cual no hay
sustituto.’ . . .
“El
resultado ha sido una pérdida desastrosa de confianza en la religión cristiana
y un abandono de las normas cristianas de comportamiento moral.”
El futuro
Sin embargo, no crea que el futuro de
las iglesias solo será una disminución continua de miembros y clérigos. Es
cierto que es probable que eso continúe cobrando velocidad en los siguientes
pocos años. Pero algo mucho más serio que eso les espera.
Jesucristo dijo: “Un árbol bueno
no puede dar fruto inservible, tampoco puede un árbol podrido producir
fruto excelente. Todo árbol que no produce fruto excelente llega a ser
cortado y echado al fuego.”—Mat. 7:17-19.
¿Qué clase de “fruto” está produciendo el
clero? Puesto que están apartando de Dios y de su Palabra a la gente, la
respuesta verídica debe ser que están produciendo “fruto inservible.” ¿Qué
clase de “árbol” dijo Jesús que produce esa clase de fruto? Un “árbol podrido.”
¿Qué le pasará a esa clase de “árbol”? “Llega a ser cortado y echado al fuego.”
No se equivoque. El clero de la cristiandad
NO está sirviendo a Dios en la actualidad. NO constituyen sus
representantes. A ellos Jehová dice en realidad: “Yo mismo no los envié
ni les di orden. Así es que de ninguna manera aprovecharán a este pueblo.”
(Jer. 23:32) Pregúntese: Si Dios estuviera con las iglesias, ¿estarían en tal
confusión hoy? El Organizador del fantástico universo de miles de millones de
estrellas y planetas... ¿no podría organizar las iglesias si fueran suyas?
Su mismísima condición es prueba de que Dios no está con ellas, porque
“Dios no es Dios de desorden, sino de paz.”—1 Cor. 14:33.
¿Cuál, entonces, es el juicio de Dios para
las iglesias? Hablando de toda la religión falsa como si fuese una ramera, dice
la Biblia: “En un solo día vendrán sus plagas, muerte y lamento y hambre, y
será quemada por completo con fuego, porque fuerte es Jehová Dios que la
juzgó.” (Rev. 18:8) Fuerzas destructoras “harán que quede devastada y desnuda,
y se comerán sus carnes y la quemarán por completo con fuego.”—Rev. 17:16.
Ese juicio de Dios librará a la Tierra para
siempre de las iglesias y de los clérigos que apartan a la gente de la
adoración correcta de Dios: “Nunca volverá a ser hallada.” (Rev. 18:21)
Entonces, Dios dirigirá su atención al resto de este mundo inicuo, incluso a
los otros que odian a Dios y su Palabra. La Biblia claramente muestra que su
fin también se acerca, pues la destrucción de la religión falsa llega
precisamente antes de que Dios destruya al resto de este inicuo sistema de
cosas.—Rev. 19:17-21.
De modo que el significado verdadero de lo
que sucede en las iglesias es que estamos muy cerca del tiempo en que “el mundo
va pasando y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece
para siempre.”—1 Juan 2:17.
Por lo tanto, el hacer la voluntad de Dios en
estos días es asunto de vida o muerte para todos nosotros. Por eso es urgente
que usted examine ahora su relación con Dios. Nada de lo que usted haga en los
siguientes pocos años será más importante que eso. Le es necesario averiguar si
su manera de adorar es la que Dios aprueba, porque usted podría estar
relacionado con una religión que Dios ha abandonando a la destrucción.
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