domingo, 19 de abril de 2015

Seguridad ahora y para siempre



Nuestro Creador, quien conoce el valor de todo, inspiró a ciertos hombres a ofrecer el siguiente consejo: “El que confía en sus riquezas . . . él mismo caerá.” (Pro. 11:28) “No vence el rey por su gran ejército, no escapa el soldado por su mucha fuerza.” (Sal. 33:16, Nueva Biblia Española) “Los caballos no sirven para salvar a nadie; aunque son muy poderosos, no pueden salvar.” (Sal. 33:17, Versión Popular) Con razón Jesucristo declaró: “Aun cuando uno tenga en abundancia, su vida no resulta de las cosas que posee.”—Luc. 12:15.
Claro está que, debido a que nos hallamos en un ambiente de delincuencia que va empeorando, quizás tengamos que tomar ciertas medidas prácticas para proteger nuestra vida y nuestras posesiones. Pero tenemos que reconocer que, a lo más, estas medidas son solamente provisionales y de ninguna manera nos garantizan la seguridad. Lo que realmente deseamos es tener la certeza de que ningún conjunto de circunstancias externas podrá causarnos daño duradero. ¿Es posible vivir con tal confianza? ¿Hay alguna fuente de fortaleza y autoridad que pueda hacer que nuestro modo de vida sea seguro ahora y hasta para siempre? ¿Podemos vivir en seguridad aun bajo la amenaza de la violencia, la escasez de alimento o el desplome económico?
Se identifica la verdadera seguridad
Considere lo siguiente: ¿Por qué podían dejar sus hogares y aldeas sin protección alguna las familias del Israel de la antigüedad y viajar a Jerusalén para sus fiestas religiosas aunque su nación estaba rodeada de naciones enemigas? ¿Cómo sucedió que cuando Jerusalén se vio bajo la amenaza de ser sitiada por el poderoso ejército asirio no se derramó ni una sola gota de sangre israelita y sin embargo murieron 185.000 soldados enemigos en una noche? (2 Rey. 19:32-35) ¿Cómo pudo una nación de más o menos tres millones de hombres, mujeres y niños vivir por 40 años en un “desierto grande e inspirador de temor, con serpientes venenosas y escorpiones y con suelo sediento que no tiene agua”?—Deu. 8:15.
Jehová, el Dios de ellos, Creador de todas las cosas, era quien les estaba haciendo segura la vida. Resultaba ser exactamente como lo había declarado por inspiración el salmista David: “En paz ciertamente me acostaré y también dormiré, porque tú, sí, tú solo, oh Jehová, me haces morar en seguridad.”—Sal. 4:8.
¿Duda usted que Jehová Dios, nuestro Padre celestial, cuide de nosotros en el siglo veinte de la misma manera que cuidó de los israelitas allá en la antigüedad? Suponga que el presidente del banco de su localidad le dijera a usted: “No se preocupe de nada. Solo déjeme saber lo que necesita, y yo me encargaré de ello.” ¿No bastaría tal promesa para aliviar su preocupación en cuanto a disfrutar de seguridad? Por supuesto, no es muy probable que el presidente de un banco pudiera dar tal garantía. Sin embargo, Jehová Dios ha asegurado a todos sus siervos fieles que él se encargará de todas las necesidades de ellos. (Mat. 6:31-33) Podemos tener plena confianza en esto porque el Altísimo siempre cumple su palabra, como lo demuestran los ejemplos del pasado y el presente.—Jos. 21:45.
El sabio rey Salomón llegó a reconocer el valor limitado de las cosas materiales y a la misma vez experimentó la estrecha relación con Jehová Dios que le permitió vivir en seguridad. Salomón escribió: “Las cosas valiosas del rico son su pueblo fuerte, y son como un muro protector en su imaginación.” (Pro. 18:11) ¡Cuán veraz el decir: “en su imaginación”! El hombre rico se imagina que estas cosas valiosas pueden protegerlo en tiempo de calamidad. Pero, ¡cuán a menudo ha demostrado la experiencia que tal “muro protector” no existe en realidad y no ofrece protección alguna en tiempos de desplome económico, inflación galopante, trastorno político o enfermedad mortífera!
En Proverbios 18:10, Salomón establece el siguiente contraste: “El nombre de Jehová es una torre fuerte. A ella corre el justo y se le da protección.” Por más grave que sea una crisis o el conjunto de circunstancias a las cuales se enfrente un siervo de Dios, la ayuda divina nunca está fuera de su alcance. Por lo tanto, ésta es la fuente de verdadera seguridad... nuestra relación personal con nuestro amoroso Padre.—Sal. 59:16, 17; 62:5-8.
¿Cómo podemos asegurarnos de recibir protección?
Esta confianza no se desarrolla de la noche a la mañana. De la misma manera que un árbol se hace más fuerte cada año, y más firme con cada tormenta a la que sobrevive, nuestra fe en Jehová se fortalece a medida que vemos cómo Sus tratos justos producen los mejores resultados en nuestra vida. Nuestro estudio diario de su Palabra, el tiempo que pasamos en la predicación de las “buenas nuevas,” el que lo busquemos con regularidad por medio de la oración... todos éstos son factores que contribuyen a formar este vínculo personal.
Isaías describió el tipo de seguridad que deseamos como sigue: “Este es el que residirá en las alturas mismas; su altura segura será lugares peñascosos de difícil acceso. Su propio pan ciertamente se le dará; su abastecimiento de agua será inagotable.” (Isa. 33:16) Sin embargo, esta seguridad pertenece solamente a los que desean llevar una vida que contribuya al bien de otros. Isaías también declaró: “Hay uno que está andando en continua justicia y hablando lo que es recto, que está rechazando la ganancia injusta de los fraudes, que está sacudiendo sus manos para tenerlas libres de asir soborno, que está tapando su oído para no escuchar el derramamiento de sangre, y que está cerrando sus ojos para no ver lo que es malo.” (Isa. 33:15) ¿Cómo aplican en tiempos modernos estos requisitos para recibir la protección divina?
La “continua justicia” sugiere el seguir diariamente las normas establecidas por Jehová con relación a la rectitud y la honradez. Las palabras “rechazando la ganancia injusta” nos recuerdan que no debemos imitar la tendencia de las personas del mundo de querer enriquecerse rápidamente. Además de no aceptar sobornos, es decir, nunca permitir que un favor o la ganancia material ejerzan influencia en el buen juicio, la persona que desea tener la aprobación de Jehová tiene que ser alguien que ‘esté tapando su oído para no escuchar el derramamiento de sangre, y que esté cerrando sus ojos para no ver lo que es malo.’ Las películas, los libros y las revistas del siglo veinte no existían en el tiempo del profeta, pero hoy en día el que desea tener una estrecha amistad con Jehová tendría que evitar entretenimiento en el cual estén envueltas la violencia y la inmoralidad.
El adherirnos a principios justos contribuye a que disfrutemos de seguridad. El sabio rey Salomón resumió el asunto en unas cuantas palabras: “El que está andando en integridad andará en seguridad.”—Pro. 10:9.
A veces algunos testigos de Jehová han pasado por experiencias en las cuales les ha parecido que han recibido protección divina. Considere, por ejemplo, el caso del hermano Z——. Él estaba leyendo La Atalaya en su automóvil un día cuando, de repente, alguien lo agarró por la garganta. Él oró fervorosamente a Jehová. Su atacante quedó inmóvil, y aflojó su agarro. El hermano Z—— puso en marcha el automóvil, se despidió, y dejó al hombre parado como una estatua en medio de la carretera.
Luego hubo el caso de una misionera de Kenia. Sus padres se opusieron con encono cuando ella empezó a servir a Jehová. Su padre la amenazó de muerte si no dejaba a aquellos “monos blancos,” como él llamaba a los Testigos. Él contrató a unos maleantes para que le causaran daño a ella. Ella informa: “La protección de Jehová hizo posible que yo nunca cayera en manos de ellos.”
Como lo ilustran estas experiencias, los cristianos sí tienen que enfrentarse a situaciones críticas. Sin embargo, si tenemos confianza total en Jehová, podemos estar seguros de que no hay nada en absoluto que pueda hacernos daño duradero. Nuestro Padre celestial ha prometido: “De ningún modo te dejaré y de ningún modo te desampararé.” Por lo tanto, ante cualquier cosa que amenace nuestra seguridad, podemos decir con confianza: “Jehová es mi ayudante; no tendré miedo. ¿Qué puede hacerme el hombre?”—Heb. 13:5, 6.

Muy pronto toda la familia humana experimentará una crisis que demolerá los muros aparentemente protectores de la riqueza, el poderío militar y el poder político. Solamente las personas que hayan puesto su confianza en la mano invisible, pero poderosa, de Jehová sobrevivirán y disfrutarán de seguridad para siempre bajo el justo régimen del reino de Dios. (Rev. 21:1, 4) Que esto sea lo que felizmente le corresponda a usted por haber desarrollado una estrecha relación personal con el Altísimo.

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