Alrededor
del mundo las amas de casa se encaran a la escalada de los precios y, a menudo,
a la disminución de los ingresos. ¿Cómo se las arreglan?
Este
artículo, de la República Dominicana, muestra cómo algunas amas de casa en ese
país antillano tratan estos problemas
“Hemos cambiado nuestro estilo de vida desde
la última vez que nos visitaste”, me confesó mi amiga, a quien no había visto
hacía algún tiempo. “Ya que los precios estaban cada vez más altos y teníamos
menos entradas, sencillamente no pudimos seguir llevando nuestro estilo de vida
anterior.”
Por supuesto, ésta ha sido la experiencia de
muchas familias alrededor del mundo. Todos los días la televisión, los diarios
y las revistas nos presentan estadísticas sobre la situación económica...
estadísticas que continúan cambiando, pero que rara vez mejoran. Éstas revelan
la inflación que existe por todas partes, y también las dificultades que
resultan del alto índice de desempleo y las recesiones.
Muchas de nosotras, como amas de casa y
madres, no estamos demasiado interesadas en las estadísticas. Pero nos interesa
atender nuestro hogar y a nuestra familia. Queremos alimentar y educar bien a
nuestros hijos. Queremos proveerles asistencia médica apropiada y vivienda
adecuada. Puesto que tenía esto presente, me interesaba saber qué cambios había
tenido que efectuar mi amiga para hacer frente a la situación.
Planee sus compras...
no desperdicie
Mi amiga explicó: “En primer lugar, hemos
cambiado nuestros hábitos relacionados con la alimentación. Por un tiempo
disfrutábamos de lo mejor de todo, sin pensar mucho en el costo. Pero ahora nos
estamos acostumbrando a prescindir de la carne uno o dos días a la semana. Ya
no comemos la variedad ni la cantidad de alimentos que solíamos comer antes. En
otras palabras, he aprendido a desperdiciar menos y a economizar. Compro en los
lugares en los que pueda conseguir los mejores precios.
”Al mismo tiempo —continuó diciendo—, hemos
aprendido a ser más cuidadosos con nuestra ropa. Antes de comprar algo nos
preguntamos: ¿Lo necesitamos realmente? ¿Pasará de moda pronto? Entonces, si lo
compramos, tratamos de cuidarlo para que nos dure. Creo que algunos de los
apuros financieros que hemos experimentado nos han hecho apreciar más las cosas
que tenemos”.
“Tu experiencia no es poco común —le
contesté—. No hace mucho, una estudiante universitaria me dijo que desde que su
padre murió, hace unos años, su madre ha tenido que trabajar para otros como
cocinera para mantener a la familia. Me dijo: ‘Cuando veo lo mucho que tiene
que trabajar mi madre para mantenernos, no puedo soportar ver que se
desperdicie nada. Procuro cocinar solo la comida necesaria para que cada uno
tenga suficiente para satisfacer sus necesidades, pero sin que queden sobras
que desechar. Cuando mamá regresa a casa con su paga, sabe exactamente en qué
debe emplear cada centavo, y no sobra nada para gastos adicionales’.”
“Así es —respondió mi amiga—, en verdad es
importante mantener un control estricto de los gastos, si uno no quiere acabar
teniendo problemas. Conozco a un matrimonio joven que tiene muy pocos ingresos.
Cuando reciben el dinero, se sientan juntos y primero ponen aparte el dinero
del alquiler y el del pago de los servicios públicos. La siguiente porción es
para alimentos y artículos de limpieza que puedan comprarse mensualmente... y
dejan separada una cantidad que podrán gastar en los artículos que hay que
comprar todos los días. Aunque sus ingresos son limitados, todos los meses
separan uno o dos pesos para su fondo de emergencia y, de vez en cuando,
contribuyen unos pesos al adelantamiento de la obra mundial de educación
bíblica que efectúan los testigos de Jehová. Es sorprendente ver lo bien que se
las arreglan.”
“El planear bien y la cooperación son
importantes —agregué—. Pero imagínate cómo se echaría a perder todo ese arreglo
si gastaran el dinero en fumar, beber y jugar por dinero... vicios que
mantienen a muchas familias en necesidad.”
Evite los vicios
Pasé a dar un ejemplo para ilustrar a lo que
me refería: “Ése era el caso de Ana. Hace unos años, ella, su esposo y sus
hijos vivían en una sola habitación. Todo lo que poseía como mobiliario era una
cama. Su esposo era un mecánico industrioso, pero todo lo que él le daba, junto
con cualquier cosa que ella pudiera conseguir, Ana lo jugaba y lo gastaba en
cigarrillos. Gastaba por lo menos 14 pesos a la semana en la lotería.
Mucho más dinero desaparecía en el juego de bingo, y ella no puede recordar cuánto
más gastaba en cigarrillos. Nunca tenía un centavo para comprarle algo a los
niños. Vestían y se alimentaban de lo que los vecinos les dieran. Las tensiones
y el nerviosismo causaban disputas acaloradas con aquellos con quienes jugaba,
y ciertamente no estaba en buenos términos con su esposo ni sus hijos.
”Entonces Ana comenzó a estudiar con los
testigos de Jehová, ¡y cuánto cambió su vida! Pronto se dio cuenta de que sus
oportunidades de disfrutar de un mejor modo de vida no dependían de ganar la
lotería, sino, más bien, de desarrollar una relación íntima con su Creador.
Poco a poco, a medida que fue adelantando en conocimiento, se convirtió en una
persona diferente. Ahora la familia vive en un hogar modesto que han alquilado,
y el dinero que antes usaban para fumar y jugar les sirve para comprar ropa y
alimento. En lugar de estar peleando constantemente con su esposo para que le
dé más dinero, ahora Ana misma le ayuda con un pequeño salón de belleza que
tiene en la parte de atrás de la casa. Tiene tiempo para estar con su esposo e
hijos, asistir a las reuniones cristianas y participar en hablar a otros acerca
de las buenas nuevas que han cambiado su vida”.
“El esposo de ella debe de haber apreciado el
cambio que se ha efectuado en ella —comentó mi amiga—, y los hijos también,
pero me pregunto cómo se las arreglarán en este país las mujeres que tienen que
luchar solas. ¿Cómo podrán hacer frente a los altos precios de nuestro día? Hay
muchísimas mujeres que han sido abandonadas por sus esposos o que son divorciadas
o viudas que todavía tienen hijos que criar. ¿Qué pueden hacer?”
“Muchas en realidad no hacen frente a la
situación —le contesté—. Sencillamente existen, viven de la caridad de sus
vecinos y parientes. Eso me recuerda la última vez que vi a Dominga. Le pregunté
qué hacían las mujeres en su pueblo con relación a los precios altos, y me
contestó: ‘Quejarse’. Sin embargo, afortunadamente hay muchos ejemplos de
mujeres que han tomado la iniciativa de ayudarse a sí mismas.”
Utilice sus
conocimientos
“Un caso típico es el de Juana —continué
diciendo—. Ella vive cerca de mi casa con sus dos hijos adolescentes. Me dijo
que aunque vivía con su madre, estaba empezando a desesperarse. ¿Cómo podría
hacer frente al costo de la educación de los hijos: la matrícula, los libros y
la ropa, así como alimento para ellos? Tenía que conseguir un empleo. Pero
¿dónde? ¿En qué iba a trabajar? Los empleos son más escasos en los pueblos y
aldeas que en las ciudades grandes, y ella no ha recibido adiestramiento en
ningún trabajo en particular. No obstante, sabe lavar y planchar, de modo que
buscó a alguien que necesitara esos servicios y, como resultado, ha podido
aligerar su carga financiera.”
Mi amiga comentó: “La lección que aprendemos
de eso es: Haga uso de cualesquiera adiestramiento o conocimientos que tenga
que puedan beneficiar a otras personas”.
“Tienes razón —le dije—. Muchas mujeres se
ganan la vida como costureras o modistas. Otras tejen centros de mesa o
tapetes, manteles individuales y piezas para el respaldo de sillas, y tienen
más pedidos que los que pueden satisfacer. En otros lugares, ha resultado ser
lucrativo el enseñar estas destrezas manuales u otras artesanías. Una vitrina
en la que se exhiban algunos artículos de mercería (o costura) o cosméticos
convierte la sala de muchas casas en tiendas de vecindarios, o una mesa con
hortalizas en la entrada de la casa se convierte en el mercado local.
“Algunas mujeres prestan servicios de
compras. Por ejemplo, conozco el caso de una que ha desarrollado una clientela
entre las empleadas de oficina. Ella compra ropa, carteras o zapatos, y hace
entrega de la mercancía en las oficinas. Tiene tratos comerciales con algunos
almacenes específicos que le conceden precios especiales, y, a su vez, a las
oficinistas les alegra no tener que pasar por el tormento de ir de compras en
su tiempo libre. Una personalidad agradable y el que se tome la iniciativa de
tener a la mano lo que la gente necesita ha contribuido a que estas empresas
comerciales tengan éxito.”
El entretenimiento
“El aumento en el costo de la vida también ha
afectado el campo del entretenimiento. ¿Has tenido que hacer algún ajuste al
respecto?”, le pregunté.
“Ciertamente —declaró con firmeza—.
Probablemente recuerdes que íbamos a menudo al cine y a cualquier espectáculo o
función que se presentara en el Teatro Nacional o en el estadio. Hemos tenido
que reducir nuestros gastos en todo ello. Además, se estaba haciendo cada vez
más difícil hallar películas de las que pudiéramos disfrutar juntos como
familia.”
“Entonces, ¿qué hacen para recrearse?”,
pregunté.
“Nuestro entretenimiento favorito es ir al
parque zoológico o a los jardines botánicos —contestó ella—, pero a menudo
sencillamente pasamos la noche juntos, intercambiando experiencias, jugando con
juegos, y así por el estilo. Hemos aprendido a disfrutar de nuestra asociación
los unos con los otros, a estar más interesados en las actividades de los
demás. El visitar a otras familias cristianas también ha enriquecido nuestra
vida.”
Era hora de partir, pero a medida que me alejaba
iba pensando en la conversación que habíamos tenido. ¿Cuál es realmente la
mejor ayuda para hacer frente a los precios altos de hoy día? Me decidí por la
siguiente respuesta: Aunque como amas de casa y madres quizás pongamos en
práctica muchas ideas para economizar y aumentar nuestros ingresos, lo más
importante de todo es nuestra actitud positiva.—Contribuido.
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