¡Ah si! ¿Qué es mejor que el sentarse en una
silla cómoda después de haber estado de pie todo el día? Y si resulta que esa
silla es una mecedora, bueno, eso es comodidad en movimiento.
¿A qué se debe la gran popularidad de la mecedora?
¿Por qué consideran muchos que es una de las sillas más cómodas y útiles?
Bueno, por cientos de años las madres han usado esta silla para arrullar a sus
pequeñuelos o para detener sus lágrimas. (¡Y más de una madre ha sentido que al
mismo tiempo el mecer calmaba sus nervios!) Además, muchos niños o niñas han
tenido abuelas que los han mecido amablemente mientras les contaban un cuento a
la hora de acostarse. Sencillamente parece que algo en el movimiento les da a
los pequeños un sentimiento de seguridad.
Muchos ancianos también encuentran que el
suave movimiento del balanceo de una mecedora es un bálsamo tranquilizador para
las dolencias y malestares de la vejez. Han hallado que después de estar
demasiado nerviosos para dormir, unos pocos minutos en una mecedora realmente
los calma de modo que se sienten con sueño. El mecerse en el porche en una
tarde tranquila les ha brindado una oportunidad para meditar... poner las cosas
en perspectiva. A algunas personas de más edad les parece que un problema de la
generación más joven es que no sabe disminuir la tensión. Así es que tal
vez la creciente popularidad de las mecedoras en algunos lugares indique el
anhelo por parte de los jóvenes de disfrutar de un poco de tranquilidad “a la
antigua.”
Además de los beneficios emocionales, sin
embargo, hay muchos beneficios prácticos en la mecedora. En los trópicos, el
movimiento de vaivén sirve a manera de ventilador y también desanima a los
mosquitos de hacer un aterrizaje. ¡Un gran incentivo para permanecer en movimiento!
Además, en los climas cálidos tres o cuatro
personas sentadas en un sofá acolchado, pronto se sentirían incómodas debido al
excesivo calor. Pero con una mecedora cada uno está en su propia silla
individual con el aire circulando a su alrededor. Por esta razón una sala de
estar típica en la tropical República Dominicana, tendrá cuatro mecedoras.
Frecuentemente éstas están colocadas de modo que todas miran al centro donde
hay una mesa redonda que hace juego. ¡Esto le permite aire a cada uno de los invitados
y su propia velocidad de vaivén!
Otro factor que contribuye a la popularidad y
a la reputación que tiene de ser cómoda esta silla, es la amplia variedad que
hay en tamaño y forma. Hay mecedoras hechas de hierro forjado y acero para usar
al aire libre. Hay mecedoras sencillas de madera para porches cubiertos y
también mecedoras lujosas bien acojinadas.
Un estilo favorito de hace mucho tiempo para
muchas personas, es la mecedora “Boston.” Una fuente, al describir cómo eran
los primeros modelos de esta silla, dice que “tenía un asiento curvo, hundido
de atrás hacia adelante, y un respaldo alto, con un panel horizontal superior,
o apoyo para la cabeza, adornado, por lo general pintado con algún dibujo
floral.”
Pero, ¿quién diseñó la primera mecedora?
¿Quién fue el primero que puso una silla ‘en movimiento’? Aunque la cuna, una
pequeña cama mecedora, se ha usado por muchos siglos, evidentemente la mecedora
es una invención más reciente. Muchos dicen que las primeras mecedoras se
hicieron en los años mil setecientos en lo que ahora son los Estados Unidos.
Sin embargo, “también se ha reclamado para ésta un origen en Lancashire
[Inglaterra].” Así es que, por supuesto, también se disputa la identidad del
inventor. No obstante, en general se conviene en que las primeras
mecedoras fueron hechas por medio de acortar las patas de una silla más vieja.
Entonces le pusieron “arcos” o “correderas” en la base, permitiéndole así
oscilar.
En los Estados Unidos muchas personas que
aman los muebles antiguos tienen una especial afición por las mecedoras.
Algunos han comprado una vieja mecedora pintada (quizás abandonada en un porche
o en un granero por muchos años), le han quitado la pintura vieja y han hallado
debajo buena madera de roble, lista para ser restaurada. Piensan que los
‘crujidos y gemidos’ de una mecedora vieja son la “música” de otra época y así
es que no la cambiarían por una nueva.
Aunque tienen muchos buenos puntos que las
recomiendan, hay un punto que hace peligrosas a muchas mecedoras. Los pequeños
o los animales domésticos a veces pueden arrastrarse debajo de uno de los
“pies” de la mecedora y así ser apretados contra el piso. Se sospecha
fuertemente que si los gatos pudieran hablar, muchos felinos con una cola
lastimada no votarían por la mecedora como su silla favorita. En realidad,
quizás tengan fuertes sentimientos en contra.
Pero no es así con la gente. Aunque las
razones de la popularidad de la mecedora difieren de lugar en lugar, una
conclusión llega a ser más obvia: Cada vez más personas están haciendo de la
mecedora su silla favorita. ¡Están de acuerdo en que una mecedora es comodidad
en movimiento!
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