miércoles, 25 de marzo de 2015

Comodidad en movimiento


¡Ah si! ¿Qué es mejor que el sentarse en una silla cómoda después de haber estado de pie todo el día? Y si resulta que esa silla es una mecedora, bueno, eso es comodidad en movimiento.
¿A qué se debe la gran popularidad de la mecedora? ¿Por qué consideran muchos que es una de las sillas más cómodas y útiles? Bueno, por cientos de años las madres han usado esta silla para arrullar a sus pequeñuelos o para detener sus lágrimas. (¡Y más de una madre ha sentido que al mismo tiempo el mecer calmaba sus nervios!) Además, muchos niños o niñas han tenido abuelas que los han mecido amablemente mientras les contaban un cuento a la hora de acostarse. Sencillamente parece que algo en el movimiento les da a los pequeños un sentimiento de seguridad.
Muchos ancianos también encuentran que el suave movimiento del balanceo de una mecedora es un bálsamo tranquilizador para las dolencias y malestares de la vejez. Han hallado que después de estar demasiado nerviosos para dormir, unos pocos minutos en una mecedora realmente los calma de modo que se sienten con sueño. El mecerse en el porche en una tarde tranquila les ha brindado una oportunidad para meditar... poner las cosas en perspectiva. A algunas personas de más edad les parece que un problema de la generación más joven es que no sabe disminuir la tensión. Así es que tal vez la creciente popularidad de las mecedoras en algunos lugares indique el anhelo por parte de los jóvenes de disfrutar de un poco de tranquilidad “a la antigua.”
Además de los beneficios emocionales, sin embargo, hay muchos beneficios prácticos en la mecedora. En los trópicos, el movimiento de vaivén sirve a manera de ventilador y también desanima a los mosquitos de hacer un aterrizaje. ¡Un gran incentivo para permanecer en movimiento!
Además, en los climas cálidos tres o cuatro personas sentadas en un sofá acolchado, pronto se sentirían incómodas debido al excesivo calor. Pero con una mecedora cada uno está en su propia silla individual con el aire circulando a su alrededor. Por esta razón una sala de estar típica en la tropical República Dominicana, tendrá cuatro mecedoras. Frecuentemente éstas están colocadas de modo que todas miran al centro donde hay una mesa redonda que hace juego. ¡Esto le permite aire a cada uno de los invitados y su propia velocidad de vaivén!
Otro factor que contribuye a la popularidad y a la reputación que tiene de ser cómoda esta silla, es la amplia variedad que hay en tamaño y forma. Hay mecedoras hechas de hierro forjado y acero para usar al aire libre. Hay mecedoras sencillas de madera para porches cubiertos y también mecedoras lujosas bien acojinadas.
Un estilo favorito de hace mucho tiempo para muchas personas, es la mecedora “Boston.” Una fuente, al describir cómo eran los primeros modelos de esta silla, dice que “tenía un asiento curvo, hundido de atrás hacia adelante, y un respaldo alto, con un panel horizontal superior, o apoyo para la cabeza, adornado, por lo general pintado con algún dibujo floral.”
Pero, ¿quién diseñó la primera mecedora? ¿Quién fue el primero que puso una silla ‘en movimiento’? Aunque la cuna, una pequeña cama mecedora, se ha usado por muchos siglos, evidentemente la mecedora es una invención más reciente. Muchos dicen que las primeras mecedoras se hicieron en los años mil setecientos en lo que ahora son los Estados Unidos. Sin embargo, “también se ha reclamado para ésta un origen en Lancashire [Inglaterra].” Así es que, por supuesto, también se disputa la identidad del inventor. No obstante, en general se conviene en que las primeras mecedoras fueron hechas por medio de acortar las patas de una silla más vieja. Entonces le pusieron “arcos” o “correderas” en la base, permitiéndole así oscilar.
En los Estados Unidos muchas personas que aman los muebles antiguos tienen una especial afición por las mecedoras. Algunos han comprado una vieja mecedora pintada (quizás abandonada en un porche o en un granero por muchos años), le han quitado la pintura vieja y han hallado debajo buena madera de roble, lista para ser restaurada. Piensan que los ‘crujidos y gemidos’ de una mecedora vieja son la “música” de otra época y así es que no la cambiarían por una nueva.
Aunque tienen muchos buenos puntos que las recomiendan, hay un punto que hace peligrosas a muchas mecedoras. Los pequeños o los animales domésticos a veces pueden arrastrarse debajo de uno de los “pies” de la mecedora y así ser apretados contra el piso. Se sospecha fuertemente que si los gatos pudieran hablar, muchos felinos con una cola lastimada no votarían por la mecedora como su silla favorita. En realidad, quizás tengan fuertes sentimientos en contra.
Pero no es así con la gente. Aunque las razones de la popularidad de la mecedora difieren de lugar en lugar, una conclusión llega a ser más obvia: Cada vez más personas están haciendo de la mecedora su silla favorita. ¡Están de acuerdo en que una mecedora es comodidad en movimiento!


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